
Un nuevo día de etapa – Inicio y ambiente
La mañana en Burgos lleva el sonido de la catedral a través de las calles aún silenciosas. La luz del primer sol se posa como polvo de oro sobre las fachadas de piedra, y la ciudad, que ayer aún estaba llena de voces y pasos, de repente parece suave y contenida. En la plaza frente a Santa María se reúnen peregrinos, algunos callados, absortos en sus pensamientos, otros en conversación, todos con el mismo objetivo: salir de la ciudad, entrar en la llanura.
Es una partida que se siente diferente a los días anteriores. Porque hoy no solo dejas una gran ciudad, sino también la cercanía familiar de montañas y bosques. Delante de ti se encuentra la Meseta, la altiplanicie castellana, cuya reputación despierta tanto respeto como reverencia. Ya después de los primeros pasos sientes: Este no es el camino de los desniveles, sino el camino del silencio y de la paciencia.

Ruta y perfil de altitud
- Distancia: aprox. 20,5 – 21 km
- Desnivel: +200 m / –150 m
- Dificultad: fácil a media – la llanura parece amigable, pero la monotonía desafía la mente.
Las cifras desnudas cuentan solo la mitad de la verdad. Porque aunque este camino discurra de manera uniforme, exige una resistencia especial: no en los músculos, sino en el espíritu. Kilómetros de caminos de campo sin sombra, el murmullo del viento, el horizonte infinito – quien camina aquí no se enfrenta tanto a las montañas como a sus propios pensamientos.
Variantes y pequeños desvíos
La ruta principal termina hoy en Hornillos, pero para algunos se ofrece la prolongación hasta Hontanas. De los alrededor de 21 kilómetros se convierten en más de 30 – un paso largo que exige condición y voluntad.
Otro pequeño desvío lleva a San Bol, un albergue aislado con fuente, a solo unos cientos de metros del camino. Casi sin infraestructura, casi sin gente – pero quien se detiene aquí experimenta un silencio que resuena más profundo que muchas poderosas catedrales.

Descripción del camino – con todos los sentidos
Abandonas Burgos por el Río Arlanzón, siguiendo el camino a través del verde Parque Parral. Aquí, entre árboles viejos, el viento susurra suavemente como un último saludo de despedida de la ciudad. Pronto las calles te llevan hacia afuera, el asfalto cede a la grava, y las torres de Burgos desaparecen detrás de ti.
Delante de ti se extiende un paisaje que no quiere ocultar nada. El cielo es amplio, los campos se alargan hasta el horizonte, y tu camino parece una línea que conduce al infinito. El ritmo de tus pasos se vuelve más lento, más calmado, más uniforme – un espejo de la llanura que te recibe.
Después de unos diez kilómetros llegas a Tardajos. Las casas de piedra clara se agrupan estrechamente como si quisieran desafiar al viento. En el bar del pueblo los peregrinos toman café, la risa de unos pocos lugareños se mezcla con las voces de los viajeros. Aquí, donde ya en la Edad Media mercaderes y campesinos cruzaban sus caminos, se siente: El Camino es siempre también un pedazo de comunidad vivida.
Desde Tardajos son solo unos pocos kilómetros hasta Rabé de las Calzadas. El lugar, pequeño y casi adormecido, cuenta su historia en muros y nombres de calles. Antaño un punto estratégico, donde los romanos construyeron sus “calzadas” – sus carreteras – hoy es un pueblo tranquilo que regala sombra y agua a los peregrinos. Frente a la iglesia quizás te detengas un momento, respires hondo, y sientas cómo aquí los mismos caminos se recorren desde hace siglos.
Después de Rabé el camino cambia. Los campos se abren aún más, el horizonte se expande hacia lo infinito, y el sol ha tomado ahora el mando. Ningún bosque, ninguna colina desvía la mirada – solo cielo, tierra y tu paso. Aquí comienza la verdadera experiencia de la Meseta: una confrontación con la amplitud que te hace pequeño y al mismo tiempo libre.
Después de más kilómetros aparece en el horizonte Hornillos del Camino. Parece casi irreal, cómo este pequeño pueblo surge de los campos, con sus tejados rojos y la única calle principal que atraviesa el lugar como una cinta. Caminas hacia él, paso a paso, y cuanto más te acercas, más sientes: Hoy no fue un día de grandes monumentos, sino un día de silencio – y quizá por eso mismo un verdadero día de peregrino.
Pueblos intermedios y particularidades
Pueblo | Distancia desde Burgos | Particularidad | Consejo |
Tardajos | aprox. 10,8 km | Bares, iglesia, descanso animado | Primera pausa – recargar energía |
Rabé de las Calzadas | aprox. 13 km | Pueblo histórico de peregrinos, huellas romanas | Rellenar agua, sentir la calma |
Hornillos del Camino | aprox. 20,5–21 km | Pueblo clásico del Camino, estructura medieval | Punto final – asegurar albergue temprano |
Cada uno de estos lugares lleva adelante la historia del camino – no en monumentos, sino en pequeños gestos, muros, voces.

Consejos de equipaje y compras
Entre Burgos y Hornillos hay pocas posibilidades de abastecimiento. Un buen suministro de agua es obligatorio, así como un pequeño tentempié para el camino. En Tardajos o Rabé puedes volver a rellenar, después comienza el silencio.
En verano: sombrero, protector solar, al menos dos litros de agua. El sol arde sin piedad sobre los campos, y la sombra es rara. En invierno, en cambio, sopla un viento helado que convierte la llanura en una prueba – la ropa de abrigo aquí no es un lujo, sino una necesidad.
A veces un pedazo de pan de Rabé te lleva más lejos que cualquier barrita energética – no subestimes la sencillez del sustento.
Comida, alojamiento y suministro
Hornillos es pequeño, casi discreto, pero para los peregrinos ha sido una estación fija durante siglos. Los albergues aquí son sencillos, familiares y a menudo se llenan rápidamente – quien quiera estar seguro debe llegar temprano. Un bar del pueblo, una pequeña tienda, unas pocas casas – no se necesita más para concluir el día.
Es un lugar donde la comunidad se hace tangible: una mesa larga, pan, sopa, quizás una copa de vino. Se comparten historias, la risa se mezcla con el cansancio, y el silencio de la llanura te acompaña también aquí dentro.
Lo especial de hoy
Hornillos del Camino toma su nombre de los “hornillos”, los pequeños hornos en los que antes se cocían ladrillos. Ya en el siglo XII surgió aquí un hospital que ofrecía a los peregrinos protección y alimento – y aún hoy el lugar respira esta tradición de hospitalidad.
La estructura del pueblo se ha mantenido medieval: una única calle principal, con casas a ambos lados, igual que durante siglos. Quien la recorre camina el mismo camino que generaciones de peregrinos antes que él.
Pero lo especial de esta etapa no está solo en el pueblo, sino en el paisaje que te ha traído hasta aquí. La Meseta te muestra que el silencio tiene una fuerza mayor que algunos picos de montaña. Te enseña a levantar la vista, a sentir tu respiración y a encontrar paciencia en la amplitud.
Muchos peregrinos dicen: Aquí comienza el verdadero Camino. No en las montañas, no en las ciudades – sino aquí, donde nada distrae salvo los propios latidos del corazón.

Reflexión al final de la etapa
Cuando por la tarde te sientas en Hornillos, el sol se pone lentamente detrás de los campos y el viento sopla por las calles, quizás te preguntes: “¿Fue hoy el silencio lo que me sostuvo – o el horizonte infinito que me mostró hasta dónde puedo llegar yo mismo?”
📊 Resumen en tabla
Etapa | Inicio | Meta | Distancia | Desnivel | Dificultad | Pueblos intermedios |
13 | Burgos | Hornillos del Camino | aprox. 20,5–21 km | +200 / –150 m | fácil–media | Tardajos, Rabé de las Calzadas |
🌌 Camino de las estrellas – Etapa 13
Burgos → Tardajos → Rabé de las Calzadas → Hornillos del Camino
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