
Un nuevo día de etapa – Comienzo y ambiente
La mañana en el Monte do Gozo es un momento especial. Muchos peregrinos se levantan aún en la penumbra para adivinar los primeros rayos de sol sobre las torres de Santiago. El viento lleva consigo el aroma de eucalipto y hierba mojada, y el corazón late más rápido: solo unos pocos kilómetros te separan de la catedral.
No es un día de cansancio, sino de emoción profunda. Cada paso desde el Monte do Gozo hasta Santiago es un paso hacia la meta. Sabes: el Camino está casi cumplido, pero su verdadero sentido comienza ahora.
Ruta y perfil de altura
- Distancia: 4,1 km
- Desnivel: apenas relevante, ligero descenso hacia la ciudad
- Dificultad: baja
- Carácter: un breve y urbano sprint final con profunda carga simbólica
El camino transcurre casi en su totalidad por las afueras y después penetra en el casco histórico de Santiago – asfaltado, bien señalizado y acompañado por la vida urbana que crece a cada paso.















Variantes y pequeños desvíos
Apenas existen variantes – el camino sigue la traza histórica. Solo se plantea una cuestión:
- Salir temprano: Quien quiera asistir a la misa del peregrino a las 12 h debería ponerse en marcha con tiempo suficiente para evitar colas.
- Caminar despacio: Muchos peregrinos deciden recorrer los últimos kilómetros con calma, incluso en silencio, para vivir la llegada con mayor intensidad.
Descripción del camino – con todos los sentidos
Desde el Monte do Gozo desciendes, abandonas el gran complejo de peregrinos y te diriges hacia San Lázaro. Aquí sientes por primera vez la vida urbana: coches, gente, voces – un contraste fuerte con los senderos silenciosos de los últimos días.
A través de As Fontiñas, el Camino te conduce por barrios modernos hasta llegar a la Rúa dos Concheiros. A partir de aquí la atmósfera cambia: pequeñas tiendas, cafés, el olor a café y bollería acompañan tus pasos.
En la Porta do Camiño, la histórica puerta de la muralla medieval, entras en el casco antiguo. Las piedras del pavimento crujen bajo tus botas, las calles estrechas resuenan con las voces de otros peregrinos, estudiantes y vecinos. La Rúa de San Pedro te conduce al corazón de la ciudad, pasando por la Plaza de Cervantes y por la Rúa da Acibechería.
Finalmente atraviesas el Arco de Xelmírez – y te encuentras en la Praza do Obradoiro, justo delante de la catedral. Un mar de emociones estalla: lágrimas, abrazos, oraciones silenciosas. Este es el final y, al mismo tiempo, un nuevo comienzo.
Localidades intermedias y particularidades
Lugar | Distancia desde Monte do Gozo | Particularidad | Consejo |
San Lázaro | 1 km | barrio moderno, palacio de congresos | Parada breve para un café |
As Fontiñas | 2 km | barrio residencial moderno | Rellenar agua |
Rúa dos Concheiros | 3 km | transición hacia el casco histórico | Disfrutar del primer ambiente peregrino |
Porta do Camiño | 3,5 km | puerta histórica, acceso a la ciudad | Fijar la mirada en las viejas murallas |
Praza do Obradoiro | 4,1 km | catedral, corazón del Camino | Llegar, detenerse, respirar |

























Consejos de equipaje y compras
Hoy basta con lo esencial: agua, quizá un pequeño desayuno. Lleva tu mejor ánimo – es un día de celebración. Consejo: muchos peregrinos dejan frente a la catedral su concha o su bastón – como símbolo de la culminación.
Comida, alojamiento y servicios
- Monte do Gozo: grandes albergues de peregrinos.
- Santiago de Compostela: innumerables posibilidades – desde albergues sencillos hasta pensiones y el legendario Hostal de los Reyes Católicos.
El casco histórico está lleno de restaurantes y bares – desde tabernas de tapas tradicionales hasta locales de categoría.
Lo especial de hoy – Santiago de Compostela
Hoy no hay “algo especial”, porque todo el día es extraordinario. La entrada en Santiago no es un punto de etapa más, sino la culminación de todo el Camino. Todo lo anterior – las largas llanuras castellanas, las montañas de León, las nieblas de Galicia – se condensa aquí en un solo instante. Cada paso por las calles lleva el peso de la llegada, cada mirada está llena de siglos de esperanzas, plegarias e historias.
La Porta do Camiño recuerda al viejo Santiago, una ciudad fundada expresamente para el Apóstol. Quien la cruza siente la historia de mil años de peregrinación. No se entra simplemente en una ciudad – se cruza un umbral invisible: entre el estar en camino y el llegar, entre el anhelo y la plenitud.
Las leyendas que rodean este lugar forman parte de la vivencia. En el siglo IX, un ermitaño vio en el bosque de Libredón luces misteriosas que revelaron la tumba del Apóstol. De ahí nació el Campus Stellae – el campo de estrellas. Y sin la mítica Reina Lupa de Fisterra, que al principio se resistió, envió toros bravos y finalmente, vencida por señales divinas, concedió el paso, las reliquias nunca habrían llegado aquí. Santiago nació de la luz, de la resistencia y de la gracia – y eso se percibe aún hoy.
En el siglo XI comenzaron los cimientos de la catedral. En el siglo XII, el Maestro Mateo completó el Pórtico de la Gloria, una sinfonía en piedra donde profetas, ángeles y escenas del Apocalipsis dan la bienvenida al peregrino. Más tarde se alzaron las torres barrocas, que como dedos de granito tocan el cielo. Cada época ha dejado aquí su huella – románico, gótico, barroco – y todo junto conforma un edificio que es más que arquitectura: un sacramento de piedra.
Entonces se abre ante ti la Praza do Obradoiro. Cuatro lados, cuatro rostros de Europa: la política en el Pazo de Raxoi, el saber en el Colegio de San Xerome, la hospitalidad en el Hostal de los Reyes Católicos y la fe en la catedral. Aquí todo se une: poder y misericordia, historia y futuro. Los peregrinos ríen, rompen en llanto, se postran o se tumban en silencio sobre las losas para ver las torres sobre sí. No hay una reacción “correcta”, solo la certeza: estoy aquí.
Y luego la catedral misma: destino de millones de peregrinos desde hace más de un milenio, el corazón de todos los caminos. Ya el ingreso por el Pórtico de la Gloria es como un paso del mundo cotidiano a la eternidad: ángeles, profetas y santos te esperan, como si hubieran aguardado todos estos años solo por ti. Subes las escaleras y colocas tus manos sobre los hombros del Apóstol. Es un gesto que millones han hecho antes que tú – y, sin embargo, en este instante es solo tuyo: único, inefable. Gratitud, súplica, alegría, cansancio – todo se mezcla en este abrazo. Luego sigues hacia la cripta: el arca de plata, el titilar de las velas, la piedra fría. Allí, en la tumba del santo, te detienes, igual que generaciones de peregrinos antes que tú. Es un momento que apenas puede expresarse con palabras – porque es más grande que el lenguaje. Aquí tu historia se funde con la corriente de doce siglos.
Y después, ese momento sencillo pero profundamente conmovedor: la oficina del peregrino. Entregas tu Credencial, y cada sello cuenta un capítulo – un albergue, un pueblo, un día de tu vida. Finalmente, la recibes: la Compostela. Una hoja de papel, escrita en latín, sencilla y modesta – y, sin embargo, tan pesada como todos tus pasos. Algunos la alzan como una bandera, otros la doblan en silencio, con lágrimas en los ojos. Pero todos saben: no fue en vano.
Por la tarde suena el gran acorde final: el Botafumeiro se balancea por el crucero de la catedral. Un incensario de plata, tan grande como un niño, vuela como un péndulo de un extremo al otro. El humo asciende en volutas doradas, canta el coro, repican las campanas. Por un instante, cielo y tierra se tocan. Es como si el propio Camino quedara sellado – en incienso, luz y sonido.
Pero Santiago no es solo sacramento, también es vida cotidiana. En las rúas do Franco, do Vilar y Nova huele a pulpo á feira, a vino, a pan. Suenan gaitas, los estudiantes corren, los niños ríen, los peregrinos brindan. Desde 1985 la ciudad forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO, no solo por su arquitectura, sino porque es una memoria viva de Europa – un lugar donde pasado y presente, fe y vida se entrelazan.
Y así, Santiago te muestra al final: es meta y espejo al mismo tiempo. Algunos peregrinos continúan hacia Fisterra, el “fin del mundo”. Otros se quedan aquí, dejándose abrazar por las plazas, las campanas, las sombras de todos los que caminaron antes. Pero todos se llevan algo consigo: la estrella de Libredón, que una vez brilló en el cielo y ahora arde en sus corazones.



















Reflexión al final de la etapa
Solo cuatro kilómetros – y, sin embargo, la mayor distancia de tu vida. Entre el Monte do Gozo y la catedral no hay solo un camino, sino la culminación de una travesía que resuena en tu interior. Quizá sientas alegría, quizá vacío, quizá gratitud. Pero en todos esos sentimientos hay algo en común: has llegado.
📊 Resumen en tabla
Etapa | Inicio | Meta | Distancia | Desnivel | Dificultad | Localidades intermedias |
33 | Monte do Gozo | Santiago de Compostela | 4,1 km | mínimo | baja | San Lázaro, As Fontiñas, Rúa dos Concheiros, Porta do Camiño |
🌌 Camino de las Estrellas – Etapa 33
Monte do Gozo → San Lázaro → As Fontiñas → Rúa dos Concheiros → Porta do Camiño → Praza do Obradoiro (Catedral).
¿Cómo fue tu momento de llegada? ¿Lloraste, reíste o permaneciste simplemente en silencio? Comparte tu historia – también forma parte de las estrellas del Camino.








