
A veces, se necesita una traición para reinventarse. En mi caso, fue un ejemplo particularmente doloroso, que me descarriló tanto profesional como personalmente. Me llamo Steffen, o, como me llaman ahora a menudo, Investigasteve. Una mezcla de curiosidad investigativa y mi nombre, Steffen. Vivo en Fisterra, Galicia, en el fin del mundo. Y es aquí donde el Camino de Santiago ha dejado su huella, tanto geográficamente como metafóricamente.
Hace quince años, emprendí mi primera peregrinación, comenzando un viaje que cambiaría para siempre mi perspectiva de la vida. Hasta entonces, era el típico «tengo-mi-vida-bajo-control»: un experto en fotovoltaica con hojas de cálculo tan precisas que podrían haber sido veneradas en templos japoneses. ¿Pero la vida? Bueno, tenía otros planes.

Un “conocido” en quien una vez confié no solo me robó una posible comisión de doce mil millones de euros (sí, esa es una unidad oficial para «mucho dinero»), sino también mi fe en la humanidad. Mi carrera estaba en ruinas, mi orgullo destrozado, y hasta mi bolsa de lona – un monstruoso relicto del ejército estadounidense – parecía burlarse de mí. Entonces, ¿qué haces cuando todo se derrumba? Empiezas a caminar. Lejos.
El Camino de Santiago no es para los débiles de corazón. Es un compañero brutalmente honesto que te obliga a enfrentar cada bolsa mal empaquetada, cada decisión mal calculada y cada expectativa no cumplida. Cuando me puse mis botas militares falsas inglesas – compradas en Hamburgo-Wandsbek a un precio que mis pies aún no han perdonado – no tenía idea de que este viaje me ofrecería algo más que ampollas. Se convirtió en un reinicio. Un botón de reset que me obligó a reordenarlo todo.

Fisterra, el fin del mundo, es ahora mi hogar. Aquí, donde las olas del Atlántico chocan contra la tierra y el cielo nunca deja de contar historias, he encontrado un nuevo propósito. Comparto mis experiencias, mis errores y mis lecciones. Porque el Camino enseña que el camino no es solo para uno mismo. Está hecho para compartirse.
Como Investigasteve, exploro no solo los caminos de la vida, sino también las conexiones entre personas, lugares e historias. Mis artículos son como yo: un poco caóticos, ocasionalmente recargados, pero siempre sinceros. Y mientras escribo mis historias hoy, acompañado de un buen vino gallego y la inevitable banda sonora del océano, tengo algo muy claro: nunca es demasiado tarde para dar el primer paso. Y siempre es el momento adecuado para soltar las cargas que ya no necesitas llevar.

Si buscas un poco de inspiración, una pizca de autoironía y quizás incluso el valor para comenzar tu propio viaje, estás en el lugar correcto. Bienvenido a mi blog y bienvenido a tu propio Camino.